Caña de azúcar en tierra de los Borjia

Salvador Ferri Damunt

Trapiche. Arriba, Salvador Ferri pasa la caña de azúcar por el pequeño molino (trapiche) para extraer el jugo. Izquierda, el agricultor ‘Colau’ corta cañas en la plantación

La celebración, en 2010, del Año Borja (conmemoración del 500 aniversario del nacimiento de San Francisco de Borja, ‘el Santo Duque’, en Gandía) hizo que Salvador Ferri decidiera al fin poner en marcha un viejo proyecto que llevaba en ciernes. Plantó caña de azúcar en un campo suyo de La Safor, en el término municipal de Bellrreguard, al lado de la capital de la comarca, con lo que este cultivo histórico regresaba precisamente a ‘tierras de los Borja’, donde alcanzó un gran esplendor agrícola e industrial durante siglos, para ir extinguiéndose paulatinamente en tiempos recientes, hasta desaparecer del todo.

El cañamel (o canyamel), que así se denomina en valenciano la caña de azúcar, gozó de gran expansión a partir del siglo XV en buena parte del litoral valenciano, sobre todo en La Safor y La Ribera, allí donde había tierras fértiles y agua abundante, y todavía perviven múltiples vestigios de antiquísimos trapiches (molinos) e ingenios donde se molía la caña y se sacaba de ella su jugo y se convertía este en el azúcar sólido y comercial. Después se multiplicaron también los ingenios azucareros en el Nuevo Mundo y de allí llegaba a Europa el azúcar más barato, como en tiempos modernos gran parte del suministro azucarero pasó a proveerse en el Viejo Continente de otra materia prima: la remolacha.
Junto a la tradición del cultivo y la manufactura del cañamel se desarrolló otra actividad paralela que suele florecer siempre que hay por medio una materia azucarada, porque esta es capaz de fermentar y convertirse en alcohol, y este suele gozar de demanda. En este caso se trata del ron, una bebida alcohólica ligada históricamente a la caña de azúcar, aunque en ocasiones se elabore con componentes ajenos a la misma, si importa menos la calidad y más el precio y las ganancias.
El proyecto de la reimplantación del cañamel por parte Salvador Ferri en La Safor se completa con esta finalidad: destinar la caña a elaborar un ron de alto standing, utilizando para ello solo materias primas autóctonas, valencianas. Será el ron valenciano y le llamará precisamente Cañamel. Ya tiene la marca registrada.
Salvador es el dueño de Destilerías Ferri, ubicada en Bellrreguard. Es una firma familiar que fundó en 1920 su abuelo Nicolás, prosiguió con su padre, Salvador, y ahora ya cuenta con la cuarta generación en liza, sus hijos Ana y Santiago.
Cañamel será un ron «de alta gama y edición limitada», según explica Salvador. Tendrá 37,5 grados y un 30% de azúcar y este año saldrán al mercado menos de mil botellas, que se venderán en tiendas especializadas. Pero para la siguiente campaña ya han puesto los mimbres de una mayor producción, puesto que están ampliando la plantación de caña. Su autor lo define como un ron «de calidad excepcional, porque su azúcar natural le da frescura y un sabor distinguido».
Con una gama de casi 70 referencias entre brandies, licores y toda clase de destilados, Ferri está ilusionado sobre todo con sus productos especiales valencianos, como el Naranchelo, hecho con naranjas valencianas, que ahora se apresta a vender también en China.
Fuete: Periodico Las Provincias

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